El índice de masa corporal, o IMC, es más antiguo que la balanza de baño por más de medio siglo. Pero no ha cambiado con los tiempos. El IMC se creó en la década de 1830, antes de que existieran las calculadoras y los ordenadores. Era un sistema sencillo para medir la grasa corporal a partir de la altura y el peso de una persona. Sin embargo, en las últimas décadas, muchos profesionales de la medicina han reconocido los errores históricos del IMC.
Recientemente, la Asociación Médica Estadounidense (AMA por sus siglas en inglés) votó a favor de adoptar una nueva política que anima a los médicos a dejar de basarse en el IMC a la hora de evaluar el peso y la salud de cada paciente.
"Las cifras han excluido históricamente a los pacientes con diferentes orígenes étnicos y raciales, ya que se creó para medir el peso 'normal' para una población blanca", dice la doctora Juliana Simonetti, codirectora del Programa Integral de Control de Peso de University of Utah Health. "Este es un gran paso adelante para identificar y ayudar a los proveedores de atención médica a tratar eficazmente a los pacientes con obesidad de una manera más específica e individualizada."
Fallos en la medición del IMC
Las investigaciones han demostrado que el IMC no refleja adecuadamente los riesgos para la salud asociados a la obesidad en diversas poblaciones étnicas.
"Los individuos de determinados orígenes, como las poblaciones asiáticas, africanas e hispanas, pueden tener un mayor porcentaje de grasa corporal o diferentes patrones de distribución de la grasa con valores de IMC más bajos en comparación con los individuos de ascendencia europea", afirma Simonetti. "Esto significa que estos individuos pueden tener mayores riesgos de sufrir trastornos metabólicos, enfermedades cardiovasculares y otras afecciones de salud relacionadas con la obesidad con un IMC más bajo".
Un defecto bien conocido del IMC es su incapacidad para tener en cuenta el sexo y la edad. Según Simonetti, "un IMC más alto puede subestimar la masa muscular en un atleta más joven y sobreestimarla en una persona mayor que puede tener menos músculo y más masa grasa". Esto es algo que a menudo le preocupa y de lo que habla con muchos de sus pacientes mayores que están trabajando en la pérdida de peso.
Simonetti también reconoce las nuevas preocupaciones que surgen a medida que evoluciona la ciencia del control del peso. "En particular, los nuevos medicamentos, como la semaglutida y la tirzetida, pueden provocar una pérdida de peso más sustancial, lo que se asocia a una pérdida de masa muscular", afirma Simonetti. "Eso, a su vez, puede contribuir al riesgo de sarcopenia, debilidad muscular y caídas, que son especialmente preocupantes para los ancianos".
Medición del peso y la salud en general
Aunque el IMC puede seguir utilizándose como herramienta de cribado, Simonetti afirma que es importante comprender sus limitaciones y utilizar otras medidas y herramientas, como la composición corporal, para evaluar a los pacientes en busca de afecciones y complicaciones relacionadas con la obesidad.
Otras herramientas para acceder al peso corporal y a la salud en general son:
- Circunferencia de la cintura
- Niveles de glucosa
- Mediciones de colesterol
- Función hepática
- Tensión arterial
- Medición de hueso frente a músculo frente a agua corporal (líquido)
Aunque el IMC prácticamente se ha detenido en el tiempo, rápidamente se están desarrollando y poniendo en práctica otras pruebas y mediciones diseñadas para evaluar las repercusiones del peso de una persona en su salud general. La genética del aumento y la pérdida de peso es un ejemplo importante de una ciencia relativamente nueva que puede ofrecer a los pacientes una mejor comprensión de por qué su IMC indica que padecen obesidad.
"Ahora sabemos que la obesidad es una enfermedad altamente hereditaria, y algunos estudios sugieren que la heredabilidad de la obesidad se sitúa en torno al 60-70%", afirma Simonetti. "Esto significa que la forma en que nuestro cuerpo acumula peso y almacena grasa se transmite de generación en generación. Sabemos que hay mutaciones genéticas que contribuyen aún más al aumento de peso".