Acaba de llegar a casa después de un día agotador trabajando, haciendo recados y llevando a sus hijos a sus actividades extraescolares. Se da cuenta de que no ha planeado nada para cenar. Así que parece que el menú de esta noche es comida congelada.
Pero no se sienta culpable por no ofrecer una comida casera. Hay muchas ideas equivocadas sobre la comida congelada.
"Existe la idea de que comer sano o llevar una vida sana debe ser difícil", dice Sofia Whitefields, dietista del Centro de Salud Integral OSHER de University of Utah Health. "La comida puede ser fácil y accesible para todos".
La congelación es lo que mantiene los alimentos frescos durante más tiempo. Muchos alimentos congelados no están muy procesados y no contienen conservantes añadidos, aunque se consideran menos nutritivos. Pueden formar parte de una dieta sana y equilibrada. Aquí compartimos algunas ideas.
1. Abastecerse de fruta y verdura
Comer fruta y verdura congelada no es ninguna vergüenza. Puede ser una opción más inteligente para el bolsillo y la calidad de los nutrientes.
"Desde el punto de vista de los nutrientes, en cierto modo son superiores", afirma Whitefields. "La fruta y la verdura se recogen en su punto óptimo de maduración, por lo que la calidad de los nutrientes se mantiene en óptimas condiciones, en comparación con lo que ocurre cuando las cosas viajan en un camión, van a la tienda de comestibles y luego se quedan en el refrigerador. Esos nutrientes pueden degradarse con el tiempo'.
Comprar alimentos congelados también ayuda a reducir el desperdicio. Las frutas y verduras frescas sólo duran unos pocos días, pero los alimentos congelados son seguros indefinidamente si se almacenan continuamente a 0 °F, según FoodSafety.gov. Lo mejor es que no es necesario descongelarlos antes de cocinarlos.
2. No olvide las proteínas
Se puede congelar casi cualquier alimento, pero tener pescado, carne y aves congelados puede resultar útil y económico. Recuerde que la carne tarda un tiempo en descongelarse, así que planifique la comida con antelación.
"Yo siempre tengo una bolsa de camarones o salchichas de pollo en el congelador", dice Whitefields. "En los días atareados en los que llega a casa y no tiene nada descongelado, puede cocinar fácilmente camarones congeladas en la sartén. Esto se puede añadir fácilmente a verduras y cereales integrales para una comida equilibrada."
3. Fíjese en la etiqueta nutricional
Los alimentos precocinados pueden contener cantidades elevadas de grasas saturadas y sodio. Cuando elija un producto congelado, elija uno que contenga menos del 33% del valor diario recomendado. Fíjese también en el contenido de azúcar, ya que algunos alimentos contienen cantidades escurridizas. La Asociación Americana del Corazón recomienda limitar los azúcares añadidos a no más del 6% de las calorías diarias.
Además, fijese en toda la etiqueta nutricional. Aunque algunos alimentos congelados lleven la etiqueta de "saludables", es posible que contengan pocas calorías. Esto puede hacer que no se sienta saciado o que vuelva a tener hambre al cabo de una hora. Considere la posibilidad de añadir más verduras o proteínas para equilibrar la comida y que le satisfaga durante más tiempo.
4. Equilibrar los nutrientes
Es probable que una pizza o pasta congelada sea calóricamente densa. Puede equilibrar la comida con alimentos más nutritivos. Se trata de alimentos más ricos en vitaminas y minerales, pero menos calóricos. Whitefields sugiere añadir verduras frescas o congeladas o frijoles enlatados.
Descongele sus alimentos de manera segura.
Planificar las comidas puede ahorrarle mucho tiempo y dinero. Tendrá que descongelar los alimentos. Para ello, colóquelos en el refrigerador, en agua fría o en el microondas. NUNCA descongele su comida congelada en la mesada. Evite la zona de peligro de temperatura entre 40° y 140°F para evitar el crecimiento de bacterias.
Los alimentos congelados pueden ofrecer una solución simple y práctica para los días ocupados, sin el estrés de empezar desde cero. Recuerde, no hay vergüenza en confiar en la comodidad de su congelador; es una herramienta que ayuda a reducir el desperdicio de alimentos, ahorrar dinero y hacer que una alimentación saludable sea más accesible.