El embarazo y el parto transforman el cuerpo de muchas maneras: desde las estrías hasta el aumento del tamaño de los pechos y las caderas, pasando por los cambios hormonales. Otros cambios de los que no se habla tanto son las laceraciones perineales, también conocidas como desgarros vaginales. Aunque suene francamente aterrador, este tipo de lesiones pueden ser muy comunes, afectando al 53-79% de las mujeres, siendo la mayoría de las laceraciones leves en general.
"Muchas mujeres no son conscientes de las laceraciones perineales hasta que les ocurre a ellas", dice la doctora Jolyn Hill, directora de operaciones quirúrgicas-ginecología de University of Utah Health. "La buena noticia es que la gran mayoría de los casos no son graves y esta afección es muy tratable".
¿Qué es una laceración perineal?
Las laceraciones perineales se producen cuando el bebé sale por la abertura vaginal. La gravedad de la herida se mide en cuatro grados:
Laceración de primer grado: El menos grave de todos, este desgarro superficial se produce en la piel y el tejido del perineo (la zona entre la vagina y el ano).
Laceración de segundo grado: Se trata de un desgarro ligeramente más profundo que afecta a la piel y el músculo del perineo y puede extenderse hasta la vagina.
Laceración de tercer grado: Este nivel de desgarro llega hasta el músculo que rodea el ano (el esfínter anal).
Laceración de cuarto grado: El desgarro más grave -y afortunadamente poco frecuente- se extiende desde la vagina y el perineo a través del esfínter anal hasta el recto.
¿Cómo se reparan estos desgarros?
En la sala de partos ocurren muchas cosas, incluida la sutura. A las pacientes con desgarros menos graves se las sutura con puntos disolubles después del parto. La recuperación suele durar entre seis y doce semanas. Los desgarros de tercer y cuarto grado también pueden repararse, pero tardan más en curarse y pueden requerir el cuidado de la herida e incluso una intervención quirúrgica.
Durante el proceso de recuperación, Hill aconseja a las mujeres que escuchen a su cuerpo y estén atentas a los signos de infección, como fiebre y escalofríos, secreciones malolientes, incapacidad para sentarse y dolor persistente.
"La mayoría de las mujeres evolucionan bien tras el parto", dice Hill. "Pero las mujeres con laceraciones de tercer y cuarto grado deben acudir al médico un par de semanas después del parto para asegurarse de que no hay signos de infección".
¿Cómo puedo evitar que esto ocurra?
Como ocurre con las muchas lecciones de la paternidad temprana, hay cosas que no se pueden controlar. Las laceraciones perineales pueden ocurrirle a cualquiera, sin importar la cantidad de ejercicios Kegel y Lamaze que hagas al día.
"No es algo que se pueda predecir con una bola de cristal", dice Hill. "Una madre primeriza podría expulsar a un bebé de 4 kilos con fórceps sin sufrir un desgarro, mientras que una madre primeriza que da a luz a un bebé de 2 kilos podría sufrir un desgarro de tercer grado".
No obstante, hay algunos factores de riesgo a tener en cuenta, entre los que se incluyen un primer parto, una laceración perineal previa, un bebé grande y el uso de fórceps o ventosa para asistir el parto vaginal.
Antes del parto, Hill aconseja a las futuras madres que hablen con sus médicos sobre los riesgos y las opciones de parto.
"Es muy importante mantener una conversación con su médico y participar en el proceso de toma de decisiones". dice Hill. "Todo el mundo está en su propio viaje personal, por lo que es importante que las mujeres tengan ese sentido de autonomía y validación".
¿Cómo puedo aliviar el dolor?
El autocuidado es fundamental para la curación y el tratamiento del dolor. Aquí le ofrecemos algunas cosas que puede hacer en su camino hacia la recuperación:
- Tome un ablandador de heces o un laxante para evitar el estreñimiento, que puede provocar dolor por el esfuerzo.
- Sumerja las zonas afectadas en un baño de inmersión con agua caliente para reducir el dolor y la inflamación.
- Utilice una botella de agua manual con boquilla pulverizadora (botella de lavado perineal) para rociar suavemente agua sobre la herida mientras orina para reducir el escozor y mantener limpia la herida.
- Tome algunos antiinflamatorios sin receta para aliviar el dolor.
En cuanto a las actividades cotidianas, Hill aconseja a las pacientes que eviten nadar hasta que cicatrice la herida y que se replanteen cualquier actividad que pueda hacer descarrilar su progreso.
"Escuche a su cuerpo y use el sentido común cuando considere ciertas actividades", dice Hill. "Su cuerpo ha pasado por este torbellino de cambios, así que sea paciente y sepa que lleva su tiempo".