La ansiedad puede ser un problema a cualquier edad. Los bebés de ocho o nueve meses muestran una ansiedad normal cuando se separan de sus padres. A los niños de todas las edades les pueden provocar ansiedad las tormentas, los perros o la oscuridad. Forma parte de la vida. Sin embargo, hay momentos en los que la ansiedad se convierte en algo más que algo momentáneo o temporal en la vida de un niño.
Señales de ansiedad
"Entre los síntomas de una ansiedad mayor de lo normal en los niños se encuentran la tensión y la preocupación, que a menudo se traducen en una necesidad casi constante de tranquilización por parte de los adultos", afirma el doctor Philip Baese, psiquiatra especialista en adultos y niños y adolescentes del Instituto de Salud Mental Huntsman (HMHI) y jefe de la División de Psiquiatría Infantil y Adolescente de University of Utah Health. "Es importante no desestimar sin más sus preocupaciones, pero también es importante no reaccionar de forma exagerada ni reforzar excesivamente las preocupaciones de un niño".
La ansiedad puede manifestarse con síntomas físicos en algunos niños. Los niños pueden quejarse de dolores de estómago, náuseas o incluso vómitos. Si un padre sospecha que los síntomas de su hijo pueden estar relacionados con la ansiedad, es importante evaluar las circunstancias en que se producen. ¿Es siempre a la hora de ir al colegio? ¿O cuando tratan con una persona determinada? ¿Es cuando van a estar lejos de uno de sus padres?
"Puede ser difícil distinguir una enfermedad, como la gripe, de los síntomas relacionados con la ansiedad, por lo que los padres deben estar preparados para vigilar a lo largo del tiempo y realizar observaciones más objetivas", afirma Baese. "Si los síntomas físicos resultan estar más relacionados con la ansiedad, los adultos pueden ayudar al niño a reconocer y etiquetar adecuadamente esas sensaciones como tales, lo que puede ayudar a reducir el problema".
Cómo superar la ansiedad
Hay tres pasos a seguir para ayudar a un niño a superar la ansiedad. Son los siguientes:
- Ayudar a identificar sus sentimientos
Tienen que ser capaces de nombrar correctamente lo que está ocurriendo. Aunque algunos niños quieran evitar hablar de ello, es importante ayudarles a afrontar el problema para poder gestionarlo.
"Es importante que los niños sean capaces de identificar y etiquetar correctamente sus emociones", dice Baese. "Hablando con los demás es como la mayoría de nosotros aprendemos a hacerlo con el tiempo. Hablar con los niños sobre la ansiedad no causará el problema. Es importante retomar las conversaciones sobre la ansiedad y no reforzar la evitación o ignorar los problemas que la ansiedad puede estar agravando."
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Crear un entorno coherente y reconfortante
Para reducir la probabilidad de que aparezca la ansiedad, hay que crear un entorno coherente y reconfortante. Sus interacciones con su hijo pueden ayudar a calmar la ansiedad. Asegúrese de que sepa que siempre está dispuesto a escucharle, que se le permite cometer errores y que los sentimientos nunca son frívolos o tontos.
"Asegúrese de que su hijo sigue una buena rutina", dice Baese. "Además, sea coherente con la disciplina y la forma de manejar los problemas. Es más probable que surja la ansiedad si el niño se siente inseguro de lo que puede esperar."
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Trabajar en ello
Cuando surge la ansiedad, hay muchas formas de ayudar al niño a superarla. A veces basta con una distracción, como leer un libro, hacer ejercicio o realizar una manualidad o actividad. También pueden ayudar las prácticas autocalmantes, como un baño caliente, una compresa caliente, escuchar música relajante o hacer yoga.
"Puede ayudar a su hijo a elaborar pequeños guiones para que los repita cuando esté ansioso", dice Baese. "Los ejercicios sencillos de respiración también pueden ayudarles a relajarse".
Cuándo pedir ayuda
Hay momentos en que la ansiedad es demasiado para que usted y su hijo la manejen solos. Si interfiere en sus actividades o relaciones, puede ser una buena idea pedir ayuda a un profesional de la salud mental cualificado.
"Empezar por el médico de atención primaria siempre es un buen punto de partida", dice Baese. "Ellos pueden detectar formas específicas de ansiedad y ayudarle a decidir el siguiente paso".